Y sigo esperando... SENTADITA.

Si bien la paciencia NUNCA ha sido característica sobresaliente de mi personalidad,

la espera me ha hecho cultivarla, o por lo menos, aprender a convivir con ella...

De dimes y diretes ha sido este año, que como todos mis años parte con la promesa de ser el mejor de mi vida y termina siendo uno más, más bueno o más malo que otros, pero UNO más. Y yo, la muy inocente, me convenzo, y a ratos recontraconvenzo de que estoy cerca, cerca de lograr ver manifestado el fruto de todos mis análisis (palabra que comúnmente ocupo cuando me quiero referir a pajas mentales) ahí, ahí mismito al alcance de mi mano, SÓLO para terminar de darme tan fuerte con la realidad (ahí donde se cae lo imaginario) que no sólo me duele la mente, también me duele el poto! por el porrazo...

Es que nada cambia, si yo no quiero, lo más desfavorable para mi indigna situación es el hecho de que la iniciativa me llega tannnn fuertemente, cuando estoy acostada en mi cama, a punto de quedarme dormida y muy cómoda, por lo que prometo que a la mañana siguiente haré lo que por iniciativa propia debería.

No siendo sorpresa para algunos y mucho menos para nadie que el empuje que debería haber caracterizado un gran acto, se quedó tan calentito en mi cama, que decidió no salir... volviendo a lo mismo, volviendo a invitarme a ESPERAR, ESPERAR SENTADITA, por una iniciativa matutina, el momento indicado, el tiempo justo, las personas adecuadas y por mí ubicados en un mismo lugar.

Publicar entrada